Diccionario de la Ciencia y de la Técnica del Renacimiento
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Variantes: aguaira, guaira, guayra, huaira.
( del quech. huayra ‘viento o aire’ (González Holguín) ).
Familia léxica: guairador, guairachina, guairana, guairar.

1. sust. f.

1ª datación del corpus: Acosta, Historia natural, 1590.
Marca diatécnica: Metal.

Definición:

Horno pequeño de barro en que los indios del Perú fundían los minerales de plata aprovechando la fuerza del viento. (DLE, s. v. guaira).

Sinónimos(s):

guaichachina1, guairana1.

Ejemplo(s):

Ejemplo 1:

El modo de labrar y beneficiar la plata que los indios usaron fue por fundición, que es derritiendo aquella massa de metal al fuego […]. Para esto, hazían unos como hornillos donde el viento soplasse rezio, y con leña y carbón hazían su operación. A éstas en el Pirú llamavan guayras. (Acosta, Historia natural, 1590, pág. 205 ).

Ejemplo 2:

huaira: [...] Y dan los indios el mismo nombre a unas hornazas que usan para fundir metales ricos, porque las ponen en lo alto de los cerros, donde coge mejor el viento, con el cual escusan los fuelles. (Llanos, Diccionario minas, ca. 1609-11, pág. 57).

Ejemplo 3:

Los naturales d'esta tierra, como no alcançaron el uso de nuestros fuelles, usaron para sus fundiciones los hornos que llaman guairas, y oy los usan todavía en esta Villa Imperial y otras partes. Son semejantes a los castellanos dichos; diferéncianse en que por todas partes están llenos de agugeros por donde entra el aire quando el viento sopla, tiempo en que sólo pueden fundir. (Alonso Barba, Arte de los metales, 1640, fol. 79v ).

Información enciclopédica:

“Técnicas más avanzadas empleaban el horno a viento o guayra (del quechua wayra: aire, viento). Era un horno en la forma típica de cono invertido, muy poco más ancho arriba que en la base. Algunos tenían sección cuadrada. A juzgar por una ilustración de indios utilizando guayras, de finales del siglo XVI, la altura sería de unos dos metros y el diámetro, en la parte superior, de unos 75 centímetros [...]. Los guayras podían hacerse de al menos de tres maneras. Algunos eran piedras rudimentarias adheridas sin mucha rigidez; así, el viento atravesaba los huecos y aireaba el combustible. Más avanzado fue el modelo construido con piedras y arcilla, con agujeros que se dejaban para permitir el paso del viento. La tercera variedad fue un horno portable de arcilla y de apariencia general, algo más pequeño que los dos primeros: 80 a 90 centímetros de alto y 40, como máximo, en la sección superior. También se hacían agujeros en las paredes para que pasase el aire. […] Todos los guayras, por lo común, se construían o exponían en lomas, donde el aire soplaba con fuerza” (Bakewell, P., 1989, Mineros de la montaña roja, pág. 30).

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