Diccionario de la Ciencia y de la Técnica del Renacimiento

CRITERIOS DE TRANSCRIPCIÓN


La ausencia de ediciones modernas de las obras seleccionadas y la precaria fiabilidad filológica de las escasas existentes nos aconsejó llevar a cabo un proceso de trascripción informatizada del corpus, de acuerdo con unas pautas filológicas rigurosas a partir de los textos quinientistas. En algunas obras, como sucede con la de García de Llanos, no nos ha sido posible manejar las fuentes históricas, pero hemos procedido a revisar y modificar la acentuación, puntuación, etc. Tampoco hemos tenido acceso directo al texto de Francisco de Lobato, por pertenecer el original a una biblioteca privada, aunque, con el permiso de los editores, nos hemos servido de la versión actualizada, cuya distribución hemos reajustado para adaptarla a nuestros fines, lo mismo que su puntuación.

El objetivo perseguido fue obtener la máxima fidelidad a la ortografía de la época. En concreto, por lo que atañe al vocalismo, se ha procedido a regularizar los siguientes casos:

  • i con valor consonántico se ha reemplazado por j
  • v con valor vocálico se ha reemplazado por u
  • j con valor vocálico se ha reemplazado por i
  • u con valor consonántico se ha reemplazado por v

No obstante, hemos mantenido los valores vocálicos de y allí donde han hecho acto de presencia, así como las vacilaciones de timbre características de este momento, casos de aféresis, adición de vocales protéticas o repetición de vocales homorgánicas, por pérdida de consonantes intervocálicas, etc.

Por lo que se refiere a las consonantes, se han respetado escrupulosamente las fluctuaciones gráfico-fonéticas de este período, como la alternancia de b / v, f / h, o ausencia de grafía; las oscilaciones entre las sibilantes g, j / x, s / ss, z / c, ç, y el uso de dígrafos, como sc, junto a los numerosos ejemplos de seseo y ceceo, o los abundantes trueques de sibilantes, no sólo entre autores andaluces, sino también en escritores o editores de obras, impresas tanto en España como en el extranjero -Flandes, y otros lugares-. Igualmente se ha preservado la alternancia de nasales –n / m- en posición implosiva, principalmente ante labiales, si bien se ha normalizado la ortografía de r en posición inicial de palabra, detrás de nhonra- y lalrededor-, así como, en posición intervocálica, de acuerdo a criterios actuales.

Asimismo, se ha conservado el empleo de qu delante de a y también delante de e - caso en el que se añade una diéresis: qüestiones-, la oscilación entre formas simples y geminadas -f / ff, l / ll-, etc., las grafías consonánticas cultas -etimológicas o no- y las preferencias personales, como el empleo de s líquida -spíritu-, bastante habitual entre autores o editores latinizantes o italianizantes, así como otros casos de contaminación con la ortografía portuguesa. El mismo trato se ha concedido a los grupos consonánticos, cultos o no, o a sus simplificaciones, a las esporádicas metátesis, particularmente repetidas en las formas verbales de imperativo, o a las asimilaciones típicas de los infinitivos seguidos de pronombres enclíticos.

Especial atención se ha prestado a la reproducción de nombres propios, representantes de autoridades científicas –clásicas o modernas- y a los numerosos topónimos, que reflejan multiplicidad de variantes. Las erratas y errores evidentes de imprenta, bien sea por supresión, adición, sustitución, metátesis, etc., de letras, los corregimos en el texto.

La separación de palabras corresponde a la aplicación de las normas vigentes en la actualidad, si bien se han tenido en cuenta diversas fases de procesos de lexicalización, como en el caso de carros matos, casas matas o flordelises. Las contracciones se separan mediante apóstrofo -d’este, d’él, qu’es-.

En ocasiones, al establecer los límites actuales, hay que sustituir alguna consonante, que no puede aparecer en posición final absoluta, como ocurre con las nasales —también, según su función, puede aparecer desglosado como tan bien, y tampoco como tan poco; del mismo modo, assí, con valor reflexivo, es trasladado a a sí, con supresión de una s en posición inicial.

Finalmente, hemos procedido al desarrollo generalizado de las abreviaturas, para mayor comodidad del lector y entre indicamos las adiciones que suplen olvidos manifiestos.

La acentuación se ha modernizado de acuerdo con las últimas pautas académicas, de especial incidencia en las abundantes formas verbales con pronombres enclíticos, adaptándolas a las peculiaridades gráficas de este periodo, como, por ejemplo, se testimonia en la acentuación de ý.

La puntuación ha constituido una tarea especialmente delicada, no sólo por las propias características de la época, sino por las diferencias de materias, géneros, estilos y autores. Se ha pretendido, ante todo, fidelidad al texto y a la lengua del momento, allí donde las modificaciones en la puntuación comportaban cambios de sentido, lo cual supone una toma de decisiones en ocasiones arriesgada. En cualquier caso, se ha intentado lograr una coherencia dentro de patrones actuales.

Especial hincapié hemos hecho en el uso de las mayúsculas, tanto en fórmulas de tratamiento y menciones a cargos, títulos o dignidades, tan reiterativas en las dedicatorias, como en la designación de disciplinas, especialidades, científicas y técnicas, etc. La pretendida homogeneidad es el ideal a que se tiende, pero que constituye una meta que nunca se puede alcanzar de modo absoluto, no sólo por la diversidad de los que aplican las normas, sino por la inabarcable heterogeneidad de las propias circunstancias textuales.

Las citas latinas se han reproducido tal como se encuentran -aunque presenten incorrecciones lingüísticas- en cursiva, lo mismo que los títulos de las obras; las citas en español se representan entre comillas dobles; los significados aparecen entre comillas simples.

La paginación o foliación respeta la original, si bien, cuando existen errores evidentes, que se especifican en nota a pie, se introducen las pertinentes correcciones. En el frecuente caso de prólogos o preliminares sin marca alguna, se inserta numeración romana, salvo que el cuerpo de la obra la lleve, circunstancia en que se opta por la arábiga.