gorra

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Es ornamento de la cabeza, con que andamos en la ciudad o Villa, y cuando se ha de hacer visita y estar en alguna congregación pública con traje y hábito decente. Y cuando se va por la calle, si llueve o hace sol o viento, o mucha frialdad, tomamos sombreros, aunque ya este buen término se va estragando; y no tan solamente seglares, pero aun clérigos traen de ordinario sombreros. La forma de la gorra es redonda, y en tiempos atrás se traía llana sobre la cabeza y era o de aguja o de paño; y las finas traían de Milán. Éstas sustentaban con unos cartones, y las de Milán con un cerquillo de hierro que la tenía tiesa. Llamaron medias gorras aquellas cuya faldilla caía derecha a la mitad, y cubría el pestorejo y las orejas y con una toquilla que formaba una rosa en medio de la coronilla; y ésta era cobertura de letrados y consejeros de los reyes. Esto está ya mudado, porque empezaron a levantar un pedazo de la copa de la gorra, por lo que cae encima de la frente, y ésta llamaron gorra de mojicón. Luego la empinaron toda, de suerte que de ella al sombrero hay poca diferencia. No hay ya gorras de aguja ni de paño, todas son de terciopelo, y las más de terciopelo rizo (Covarrubias: s. v. gorra). La gorra apareció, en el tránsito del siglo XV al XVI, como una variedad del bonete, en la forma de un tocado redondo y aplastado con una vuelta que presentaba la novedad de no rodear totalmente la copa [...]. La gorra fue en el siglo XVI el principal tocado masculino y uno de los tocados de lujo femeninos [...]. Los adornos propios de la gorra eran las plumas y las medallas (Bernis Madrazo, Indumentaria española en tiempos de Carlos V, 1962, 92-93).