Diccionario de la Ciencia y de la Técnica del Renacimiento

La cantería en la época renacentista: introducción


Guillermo Herráez Cubino

  1. La cantería en el marco de la ciencia y de la técnica del Renacimiento
  2. Los manuscritos de cortes de cantería del Renacimiento español
    1. El Libro de traças de cortes de piedras de Alonso de Vandelvira (c. 1591)
    2. Los Zerramientos y trazas de montea de Ginés Martínez de Aranda (c. 1599)
  3. Otros textos útiles para el estudio del léxico de la cantería del Renacimiento español
    1. Las Medidas del Romano de Diego de Sagredo (1526)
    2. De Architectura de Vitruvio, traducción de Miguel de Urrea (1582)
    3. Los diez libros de Arquitectura de Alberti, traducción de Francisco Lozano (1582)
    4. De Varia Commensuración para la Esculptura y Architectura de Juan de Arfe y Villafañe (1585-1587)
    5. Regla de las cinco órdenes de Arquitectura de Vignola, traducción de Patricio Cajés (1593)
    6. Teoría y práctica de fortificación de Cristóbal de Rojas (1598)
  4. Campos léxicos más representativos
    1. Arquitectura
    2. Cantería
    3. Geometría
  5. Fuentes del corpus
    1. Tratados de cortes de cantería
    2. Tratados de otras áreas temáticas

1. La cantería en el marco de la ciencia y de la técnica del Renacimiento

El léxico de la geometría de la piedra es el vocabulario relacionado con la cantería que hemos registrado en los tratados técnicos españoles del siglo XVI que forman parte del corpus del Diccionario de la Técnica del Renacimiento (DICTER). Es decir, la terminología de esta técnica, centrada en el corte y labra de la piedra, parte de unos fundamentos geométricos que tienen que ser aplicados a la piedra. Estas voces están presente, básicamente, en los dos únicos manuscritos conservados centrados en el corte y labra de la piedra: el Libro de traças de cortes de piedras de Alonso de Vandelvira (c. 1591) y los Zerramientos y trazas de montea de Ginés Martínez de Aranda (c. 1599).
Los destinatarios a los que se dirigían estos autores, ambos oriundos de la provincia de Jaén, formaban un grupo minoritario, y no todos los especialistas en la piedra podían entender el texto. Es decir, los sacadores y los desbastadores, los obreros menos especializados, no necesitaban ni conocimientos teóricos ni modelos, que sí eran imprescindibles, en cambio, para los entalladores y labrantes.
Las trazas de cantería que se han conservado eran los modelos que servían para representar el espacio y para resolver los problemas geométricos existentes en la construcción. Además de las trazas conservadas gracias al ubetense Vandelvira y al baezano Martínez de Aranda existieron otras que no han llegado a nuestros días. Por lo general, estos textos eran manuales que consultaban solo los especialistas en la materia, y cuyos lectores cumplían una norma: las trazas no podían ser divulgadas y su conocimiento debía quedar restringido a especialistas en el manejo de la piedra.
En estos textos se ofrecen ejemplos para la construcción de arcos, bóvedas o escaleras, en los que, junto al modelo, aparece un breve comentario de donde hemos extraído los vocablos especializados. Es decir, el cantero obtenía un doble aprovechamiento de las trazas: además de visualizar el modelo leía la pequeña explicación que podía poner en práctica gracias a los modelos descritos.


2. Los manuscritos de cortes de cantería del Renacimiento español

2. 1. El Libro de traças de cortes de piedras de Alonso de Vandelvira (c. 1591)1

Alonso de Vandelvira, hijo del insigne arquitecto renacentista Andrés de Vandelvira, junto al que aprendió la práctica arquitectónica, nos ha legado este manuscrito, más completo y más rico en el léxico que los Zerramientos y trazas de montea de Ginés Martínez de Aranda. No es de extrañar, por tanto, que fuera manejado en la obra del Monasterio de San Lorenzo del Escorial y que fuera conocido en el entorno del arquitecto Juan de Herrera.
El Libro de traças de cortes de piedras consta de 141 divisiones, a manera de breves capítulos, que reciben el nombre de títulos. En estos títulos se ofrecen los modelos, acompañados de ilustraciones, de labra de piedra de las piezas que forman parte de trompas, arcos, troneras, capialzados, escaleras, bóvedas y patios. Estos modelos siguen una ordenación según su dificultad: en primer lugar figuran los ejemplos más sencillos, para llegar a los de mayor dificultad y que necesitan de un cantero más experimentado. Su preocupación didáctica es evidente también al acudir a algunas comparaciones con modelos existentes en la Andalucía de la época, algunos de los cuales son obra de su padre, Andrés de Vandelvira.
El primer título, Definiciones de la traça de cortes, es uno de los más ricos en cuanto al léxico, y en él se muestran los fundamentos geométricos necesarios para el cantero. En estas explicaciones, Vandelvira expone lo que él entiende por traza: «aunque puede significar más cosas, propiamente en la sçiençia de Architectura es toda cosa que consiste en çerramientos de arcos, pechinas, capialçados, caracoles, troneras y capillas» (Vandelvira, c. 1591: fol. 3r). Para distinguir los diversos tipos de traza añade también las voces de la geometría más útiles para aquel que consulte su texto: punto, línea (ya sea línea recta o línea curva). La línea recta genera las siguientes líneas: paralela o a trainel, perpendicular o a plomo, y plana -línea horizontal- o a nivel; a partir de estas líneas surge la escuadría (ángulo recto), diagonal y diametral. Respecto a la línea curva, a partir de ella el cantero conoce la línea espiral, helíaca (o hélice), y circular o circunferencia.
Estas voces no son más que una muestra de la terminología geométrica empleada por canteros, que constituía lo que hemos considerado un tipo de jerga específica: la conocida por algunos canteros de la provincia de Jaén a finales del siglo XVI. Esta jerga apenas está presente a lo largo de los títulos que forman el resto del manuscrito, pero Vandelvira se preocupó por presentar estos vocablos junto a explicaciones como «entre canteros», «llaman los canteros», «llámanse entre canteros», «los canteros llamamos».
Así ocurre con vocablos como trazo (para línea o raya), cercha (línea curva), línea a trainel (línea paralela), línea a plomo (línea perpendicular), línea a nivel (línea plana u horizontal), en escuadría (ángulo recto), cavado (cóncavo), redondo (convexo), redondo (círculo), arco (semicírculo), saltarregla abierta (ángulo obtuso), saltarregla cerrada (ángulo agudo), cuadrángulo desigual (trapecio), cuadrado perlongado (paralelogramo), cincoavo (pentágono), seisavo (hexágono), sieteavo (heptágono), ochavo (octágono). Por ejemplo, «línea, que en español llamamos raya y entre canteros traço, es una cosa que se ymagina según longura y sin anchura, los estremos y fines de la qual son dos puntos» (Vandelvira, c. 1591: fol. 3r).
Respecto a los vocablos más específicos de canteros, Vandelvira, ya sea por el secretismo que rodeaba a esta técnica, o bien por dar por entendidos muchos conocimientos, únicamente incluye unos cuantos vocablos, como puede verse, por ejemplo, en la explicación del arco de medio punto: «está este arco repartido en siete partes, que cada una d'ellas llaman bolsor o dobela, la qual tiene mocheta, qu'es la parte cóncaba, señalada con la A, y tardosa, qu'es la parte convexa, señalada con la B» (Vandelvira, c.1591: fol 4v). Es decir, el cantero trabaja con la piedra en forma de cuña, denominada dovela o bolsor, que tiene una parte cóncava o interior y otra convexa o exterior, designadas mocheta y trasdosa, respectivamente. Estos vocablos tienen también otros usos a lo largo del texto, para referirse a las superficies interior y exterior de arcos y bóvedas, por ejemplo. También emplea el ubetense las designaciones de diferentes herramientas e instrumentos como baivel, saltarregla, contramolde o plantilla.
Respecto a los modelos arquitectónicos, destacan los vocablos relacionados con arcos, escaleras y bóvedas. Las denominaciones de algunos tipos de arcos se repiten en otros tratados arquitectónicos, como arco a medio punto, arco carpanel o arco escarzano; menos difundidos son arco exento, arco painel, arco rampante o decenda de cava. En cuanto a las escaleras, son reseñables los modelos de caracol de emperadores, caracol de husillo, caracol de Mallorca, caracol exento o vía de San Gil, cuyas partes son designadas por voces como caja, escalón, grada, macho, mesa, ojo, pasamano o paso. Respecto a las bóvedas, bóveda capialzada, bóveda de Murcia, capilla baída, capilla de Cuenca, esfera recta, rombo desigual, rombo igual, triángulo desigual, triángulo igual o trompa de Montpellier. Voces relacionadas con los elementos de las bóvedas son, por ejemplo, casco, crucero, cruceta, formalete, ochavo o tercelete.
Términos que suelen repetirse a lo largo del manuscrito son los verbos que designan las operaciones realizadas por el cantero (adulcir, aplomar, artesonar, asentar, capialzar, cerrar, despezar, labrar, plantar, revirar, robar), así como algunos participios y adjetivos (adulcido, artesonado, avenerado, carpanel, engauchido, enlazado, escarzano, revirado).

2. 2. Los Zerramientos y trazas de montea de Ginés Martínez de Aranda (c. 1599)2

El baezano Ginés Martínez de Aranda, al igual que Andrés y Alonso de Vandelvira, es el responsable de algunas obras arquitectónicas de gran relieve, entre las que sobresale la escalinata de la fachada del Obradoiro de la Catedral de Santiago de Compostela. Además, al igual que Alonso, tuvo interés en recoger sus conocimientos en un texto, del que, frente a lo ocurrido con el de Vandelvira, sólo se ha conservado un ejemplar. Durante siglos se dieron por perdidos los Zerramientos y trazas de montea, al igual que otro texto, que no ha llegado a nuestros días, de la misma temática, del que se hace mención en su testamento.
En la introducción al manuscrito Martínez de Aranda expone:

Si las escrituras que contienen preçetos ampliamente no se resumen y abrebian y con pocas palabras se declaran, pondrán en duda a los letores. Por tanto, me pareçió, por más claridad, dibidirlas en çinco partes. En la primera, trataré de arcos dificultosos; en la segunda, de capialçados y puertas; en la terçera, de caracoles y escaleras; en la quarta, de pechinas y bóbedas; en la quinta, de capillas y ochabos» (Martínez de Aranda, c. 1599: II).

Por desgracia, el manuscrito está incompleto: no queda rastro de las partes cuarta y quinta, y la tercera tiene una extensión muy breve. Es decir, no se ha conservado el léxico referente a pechinas y diferentes tipos de bóvedas (hemos de suponer que las capillas y ochavos de la quinta parte son también tipos de bóvedas). Los modelos de trazas de Martínez de Aranda son 131, divididos entre arcos y corredores (primera parte), capialzados y puertas (segunda parte) y escaleras de caracol (tercera parte). Los Zerramientos y trazas de montea, por lo tanto, de haberse conservado completos, hubieran sido un manual más exhaustivo que el de Alonso de Vandelvira, si bien constatamos que su léxico es más repetitivo que el del Libro de traças de cortes de piedras.
El manuscrito comienza con un discurso preliminar dirigido al lector, que nos hace dudar de las intenciones de su publicación (parece dirigirse en este proemio a un público más amplio que el círculo cerrado de canteros con cierta experiencia), si bien es cierto que falta la dedicatoria, que iba destinada a su protector, el arzobispo Maximiliano de Austria, con el que colaboró en su etapa compostelana. En este proemio, al contrario que Alonso de Vandelvira, explica las intenciones de su texto:

Como considerase que munchos de los sabios arquitetos antigos que escribieron en el arte de Arquictectura y la esperimentaron en grandes edifiçios, que al presente ay fechos, no pusieron en plática los liniamientos de las traças de montea, y en nuestros tienpos no las alcançan a tener, si no es aquéllos que en su moçedad se an dado a la diçiplina del traçar y contrahaçerlas, me pareçió ponerlas por escritura, no mirando si abía autor ni maestro antigo debaxo de cuya dotrina anpararme para tener el auturidad que conbenga, espeçialmente sabiendo la necesidad que el arte d’Arquictectura tiene d’estas dichas traças de montea, por ser prençipal parte suya (Martínez de Aranda, c. 1599: p. I).

Además, argumenta: «tube cuydado y prencipal intento de contrahaçer las dichas traças y ponerlas por modelos antes de ponerlas por escritura» (Martínez de Aranda, c. 1599: p. III). Sin embargo, frente a la actitud didáctica de Vandelvira, el baezano no menciona los modelos arquitectónicos de la época que pudieran servir de ayuda al que consultara su texto. Martínez de Aranda también se aleja de la idea de Vandelvira de caracterizar su vocabulario como jergal, puesto que no aparecen menciones acerca de expresiones empleadas sólo entre canteros. Por ejemplo, es destacable que no emplee la voz cantero ni ninguna que haga referencia al posible destinatario de su manuscrito; tampoco cantería u otro vocablo relativo a su actividad.
Zerramientos i trazas de montea es un texto menos rico en cuanto a un tipo de léxico especializado. Los vocablos caracterizados como jergales por Vandelvira que fueron empleados por Martínez de Aranda se reducen a cercha, cavado y redondo. El baezano también repite los usos de bolsor y dovela (no así mocheta o trasdosa) o saltarregla (no ocurre lo mismo con baivel, contramolde o plantilla). Es novedosa, en cambio, la presencia de cintrel, que no figura como designación de una herramienta, sino como curvatura de un arco o bóveda. Hay, sin embargo, otras voces que no figuran en el Libro de traças de cortes de piedras, como, en lo que respecta a los arcos, las designaciones arco abocinado, arco apuntado, arco avanzado, arco encogido o arco semicírculo; en cuanto a capialzados y puertas, los términos batidero o batiente. En las escaleras de caracol son novedosos caracol de ojo y caracol en vuelta, así como las voces descansadero o huello. Algunos verbos empleados por Martínez de Aranda son conocidos por Vandelvira: capialzar, despezar, plantar, robar; lo mismo ocurre con algunos adjetivos: capialzado, engauchido. Son originales algunos verbos (batir, engauchir, galgar, rebajar, restribar) y participios (desquijado).

3. Otros textos útiles para el estudio del léxico de la cantería del Renacimiento español

Gracias a la consulta del corpus de textos técnicos del DICTER, coetáneos en mayor o menor medida de los manuscritos de Alonso de Vandelvira y Ginés Martínez de Aranda,hemos tenido acceso a tratados en los que se figura la arquitectura, y en menor medida la cantería, Describimos a continuación estas obras, a partir de una ordenación cronológica.

3. 1. Las Medidas del Romano de Diego de Sagredo (1526)3

La presencia de este texto es imprescindible en cualquier estudio léxico relacionado con la arquitectura del Renacimiento español, pues Diego de Sagredo fue el primer autor que escribió un tratado arquitectónico en lengua romance en toda Europa.
Sus Medidas del Romano, publicadas en 1526, forman el único tratado de arquitectura que sigue la estructura del diálogo. Sin duda, el de más prestigio en la época, y que, en consecuencia, tuvo gran difusión hasta el siglo XVII: fue editado en varias ocasiones, así como traducido al francés. Este tratado ha sido caracterizado como pre-arquitectónico, pues en las Medidas figuran piezas de menor tamaño (nos referimos a molduras, columnas, basas, capiteles, arquitrabes, frisos o cornisas, por ejemplo) aplicadas a órdenes arquitectónicos como el dórico, jónico, corintio, toscano y compuesto.
La presencia del vocabulario de las Medidas del Romano en este glosario es de cierta importancia, no tanto por los vocablos recogidos (los vinculados a la arquitectura que también mencionan los autores jienenses) sino por ofrecer primeras documentaciones de estas voces en nuestro glosario. La presencia del léxico de la cantería en el texto de Sagredo es escasa (salvo cantera o cantero); sí destacan otras voces como cercha, con otro sentido respecto al empleado en los manuscritos de cantería, así como sinónimos de molduras que también eran conocidas por Vandelvira y, en menor medida, por Martínez de Aranda.

3. 2. De Architectura de Vitruvio, traducción de Miguel de Urrea (1582) 4

Esta traducción de los diez libros de arquitectura del arquitecto romano de la época de Augusto Vitruvio fue efectuada por el modesto entallador de retablos Miguel de Urrea. Esta versión ha sido criticada por la historiografía artística, pues se considera que Urrea no estaba capacitado para transmitir las ideas de Vitruvio en lengua castellana. Sin embargo, esta versión es más que útil en cuanto a su léxico, pues Urrea tuvo que traducir, adaptar o crear vocablos a partir del latín que no existían en castellano, muchos de los cuales sólo han tenido difusión en De Architectura. Además, hay que tener en cuenta que esta fue la única versión de los libros de Vitruvio impresa en España hasta el siglo XVIII.
Sin embargo, esta traducción ha de tener una doble consideración: era la primera vez que llegaba a prensas una traducción de Vitruvio, y además lo hacía en lengua castellana, queriendo así enriquecer la lengua y equiparar España a otros países europeos, más avanzados en las traducciones de autores clásicos como Vitruvio. No sólo eso: en esta traducción figura el primer glosario de voces especializadas centrado en la arquitectura, que ocupa los últimos folios de la traducción, y en el que figuran más de 300 voces.
La presencia en nuestro glosario de voces empleadas por Urrea se reduce a sinónimos, muchos de ellos de origen latino y griego, de voces empleadas en los manuscritos de cantería (astrágalo, como sinónimo de bocel; camaramiento y concamaración, de bóveda; estilóbato, de pedestal; hipotiro, de luz).

3. 3. Los diez libros de Arquitectura de Alberti, traducción de Francisco Lozano (1582) 5

Este texto ha sido apenas estudiado por historiadores del arte y ha sido muy poco utilizado en la lexicografía especializada. Al igual que la versión de Miguel de Urrea, se considera una traducción fallida, pues el alarife que llevó a cabo la traducción de los libros de arquitectura de León Bautista Alberti, Francisco Lozano, no tenía los conocimientos teóricos que eran necesarios para llevarla a cabo.
Al igual que Urrea, Lozano quiso enriquecer la lengua castellana y equipararla al nivel de otras lenguas europeas, para lo cual versionó en lengua castellana De Re Aedificatoria de Alberti, el primer tratado arquitectónico impreso en Europa en 1485. El contenido de estos libros nos proporciona un léxico muy variado, pues los temas tratados abarcan diversas áreas:

Según, pues, la variedad, se le pone su título a cada libro, en esta manera: al primero, lineamentos; al segundo, materia; al tercero, obra; al quarto, obra de todos; al quinto, obra de cada qual; al sexto, ornamento; al séptimo, ornamento de cosas sagradas; al octavo, ornamento del público seglar; al noveno, ornamento de particulares; al décimo, restauración de las obras. Añádese la historia del navío, y del thesoro, y los números de las líneas, y que ayude el architecto en el negocio (Alberto, 1582: p. 5).

Uno de los problemas con el que nos enfrentamos al leer los Diez Libros de Arquitectura de Alberti es que no hay ilustraciones: en ocasiones resulta verdaderamente complicado identificar los referentes que menciona Lozano, en un texto caracterizado por una prosa repetitiva y de párrafos largos, lo que imposibilita precisar cuándo se refiere Lozano a un nuevo tema, o bien sigue tratando un asunto que ha mencionado anteriormente.
Por ello, figuran en este glosario algunos vocablos desconocidos hasta el momento, que no hemos encontrado en la lexicografía especializada. Lo mismo podemos decir de los sentidos de otras voces más difundidas en el castellano de la época, con sentidos novedosos y que en la mayoría de los casos no perduraron. Así ocurre con la designación de los arcos, que para Lozano se ciñen al arco entero, arco disminuido y arco compuesto. Muy interesante también es la tipología de las bóvedas y el léxico empleado para referirse a este tipo de cubiertas. Lozano se refiere a la bóveda fórnice, bóveda cámara y bóveda esférica recta. Es destacable también que la primera documentación en nuestro corpus de bolsor se encuentra en este texto.
Otro de los aspectos más llamativos de este texto hace referencia a las voces que han sido formadas a partir de la derivación. Lozano muestra preferencia por crear derivados a partir de algunos sufijos como -dura o -miento, lo que posibilita la creación de vocablos que forman parte de familias léxicas; muchas de estas creaciones, sin embargo, no perduraron en lengua castellana. Como muestra: arquitrabadura, cavamiento, embovedado, embovedamiento, embovedar, enarcado, encolumnar, etc.

3. 4. De Varia Commensuración para la Esculptura y Architectura de Juan de Arfe y Villafañe (1585-1587) 6

Este es un tratado de orfebrería (publicado entre los años 1585-1587) que recoge los saberes de la dinastía de orfebres de los Arfe, que nos han legado algunas de las custodias procesionales más importantes de la historia del arte español. Su uso no queda restringido a la orfebrería, puesto que también era útil para arquitectos y escultores que tenían que labrar metales nobles, o bien para todos aquellos que querían conocer medidas y modelos para labrar figuras humanas.
De Varia Conmensuración se divide en cuatro libros: en el primero figura el método de labra de figuras geométricas (circunferencias, óvalos o círculos), así como relojes; el segundo está centrado en la descripción del cuerpo humano, mientras que el tercero se centra en las proporciones de los cuerpos de diversos animales. El cuarto corresponde a las reglas de los órdenes arquitectónicos (toscano, dórico, jónico, corintio y compuesto) y de diversas piezas de orfebrería (andas, cálices, portapaces, candeleros, cruces, aguamaniles, báculos, incensarios, lámparas y custodias de asiento y portátiles).
Por lo tanto, figuran en este glosario voces relativas al libro primero (vocablos relacionados con la geometría) y al libro cuarto (tecnicismos arquitectónicos). En el léxico de la orfebrería hemos comprobado la presencia de algunos galicismos, que en este glosario se restringen a la presencia de trasdós.

3. 5. Regla de las cinco órdenes de Arquitectura de Vignola, traducción de Patricio Cajés (1593) 7

Este texto es la tercera traducción que hemos consultado, y que se caracteriza, frente a las versiones de Vitruvio y Alberti, por tener una mayor difusión. Esta fue la traducción de un libro arquitectónico que tuvo más éxito, y fue consultada desde su primera publicación en 1593 hasta el siglo XVIII, pues disfrutó de diversas ediciones durante dos siglos.
La Regole delli cinque ordini dell’Architettura del arquitecto Giacomo Barozzi da Vignola, versionada por el florentino asentado en España Patricio Cajés, es una síntesis de los cinco órdenes arquitectónicos (toscano, dórico, jónico, corintio y compuesto). En esta versión las ilustraciones (un total de cuarenta y dos láminas) son más importantes que el texto; sin embargo, en las pequeñas explicaciones que acompañan a las diversas figuras encontramos un léxico muy interesante, que destaca por la abundancia de italianismos.
No se menciona la cantería en esta obra (salvo en la introducción, donde figura obra de cantería), pero la inclusión de algunas voces de esta traducción nos ha permitido completar familias léxicas (así ha ocurrido con columnado, diseñar, edificatorio ). Del mismo modo, observamos los avances estilísticos que defendía Vignola, pues Cajés interpretó bajo columna tuerta (es decir, la que tiene el fuste contorneado en espiral) la columna salomónica, no mencionada en otros textos de la época.

3. 6. Teoría y práctica de fortificación de Cristóbal de Rojas (1598) 8

La Teoría y práctica de fortificación, perteneciente a la literatura militar y publicada en 1598, es el único texto perteneciente al corpus del DICTER que, junto a los de Alonso de Vandelvira y Ginés Martínez de Aranda, incluye trazas de cantería. No solo eso: es el primer texto impreso que incluyó temas relacionados con la cantería, hasta entonces únicamente divulgados en textos manuscritos.
A lo largo de su tres partes hemos encontrado algunos ejemplos de voces que figuran en los manuscritos de cantería, ya que Rojas trata de una introducción a la geometría y aritmética (primera parte); presentación de algunos principios generales de la fortificación (segunda parte) y materiales constructivos -cal, arena, piedra, ladrillo- (tercera parte). En ella, además de explicar los fundamentos de la construcción de un puente sobre tierra o agua, se incluyen los modelos de cantería. Así, en el capítulo octavo (titulado De las puertas y arcos para la fortificación y otras obras públicas) explica tres tipos de arcos: arco de medio punto, arco carpanel y arco escarzano; también argumenta que son útiles en las obras de fortificación, ya sea en viaje (es decir, oblicuos o en esviaje)o embocinado (esto es, abocinados).
Desgraciadamente, las trazas de cantería que figuran a continuación sólo están compuestas por ilustraciones, sin ningún texto aclaratorio en el que vuelvan a figurar voces estrechamente vinculadas con la cantería. No obstante, en otras partes de su texto hemos registrado algunos vocablos que no fueron empleados por Vandevira ni por Martínez de Aranda: desbastar, desportillado, escuadra zopa o sorebrelecho.


4. Campos léxicos más representativos

El léxico de la cantería al que hemos tenido acceso es muy reducido: se ciñe al presente en los manuscritos de Alonso de Vandelvira y Ginés Martínez de Aranda, así como al de otros tratados que forman el corpus del DICTER. Desgraciadamente, esta no deja de ser una visión sesgada: muchos vocablos especializados en el corte y labra de la piedra no tuvieron difusión más allá de los contratos de obras que especificaban la labor de los canteros. Sin embargo, son pocos los documentos que han salido a la luz y que necesitan de un estudio filológico que nos aporte nuevos ejemplos de algunos términos que nos parecen extraños. Asimismo, estos documentos nos podrían ayudar a identificar algunos de los sentidos que no hemos visto reflejados en la lexicografía, tanto general como especializada, que hemos consultado.
El léxico de los canteros de finales del siglo XVI como Alonso de Vandelvira y Ginés Martínez de Aranda nos revela que estos profesionales dominaban asuntos tanto de geometría como de arquitectura, de ahí que definamos su actividad como la geometría de la piedra. Presentamos aquí una muestra del léxico de la arquitectura, cantería y geometría, que hemos agrupado en algunas clasificaciones.

4. 1. Arquitectura

Bajo técnica hemos recogido tanto arquitectura como algunos de sus sinónimos: arte arquitectónica, arte de edificar, arte edificatoria, edificatoria. Los oficios y profesiones van desde arquitecto y su sinónimo arquitector, a denominaciones de otros profesionales, ya sean de niveles inferiores (alarife, maestro de obras, maestro mayor, ordenador, sobrestante, sobrestante mayor, veedor), o bien más cercanos al arquitecto (edificador, edificante, fabricador, tracista). Las herramientas e instrumentos propios de estos profesionales son cercha, perpendículo y plomada .
En cuanto a principios arquitectónicos, se refieren a orden y los distintos tipos de órdenes arquitectónicos mencionados por los autores de los tratados arquitectónicos: orden compuesto (u orden compósito), orden corintio, orden dórico, orden jónico, orden toscano. Por su parte, vinculados con el diseño hemos incluido los siguientes verbos: contrahacer, diseñar (o poner en diseño, poner por diseño), linear, montear, perfilar, trazar (o delinear) y sustantivos: delineación, delineamento, diseño, lineamento, montea, perfil, traza, trazado, trazo.
Más relacionados con los manuscritos de cantería son los que se refieren a edificaciones (donde hemos incluido laconstrucción de edificios, tipos de edificios y partes de los mismos), vanos(partes del muro o fábrica sin sustentáculos o apoyos); puertas (vanos abiertos desde el suelo para poder entrar y salir por ellos), arcos(elementos constructivos y de sostén, de forma generalmente curva, derivados de una porción continua de circunferencia), bóvedas(obras de fábrica curvadas para cubrir espacios), columnas (elementos verticales de sostén y apoyo), escaleras(series de escalones que sirven para subir o bajar) y ornamentación(decoración de edificios y otros elementos arquitectónicos).
Respecto a las edificaciones, figuran verbos relacionados con la construcción de un edificio, o bien los que designan acciones más secundarias: edificar, fabricar (o poner en obra, poner por obra), fundar (o estribar) o levantar. La presencia de los diversos tipos de edificios difiere: en los tratados de arquitectura se mencionan civiles (edificación, edificio, fábrica), que en la traducción de Miguel de Urrea aparecen diferenciados entre edificio corintio, edificio displuviato, edificio dórico, edificio jónico, edificio tetrástilo. En los manuscritos de cantería este tipo de edificios no figura, ya que dominan los edificios religiosos: iglesia, iglesia mayor, monasterio. En este tipo de edificios encontramos partes que son denotadas por vocablos como cabecera, capilla, capilla mayor, capilla particular, crucero, nave, nave lateral, nave mayor, nave principal, sacristía, torre.
Los vanos que se mencionan son de diversos tipos: ventanas (abertura, tronera, ventana, ventanaje), claustros (claustra, claustro), corredores (corredor, corredor volado) o patios (patio, peristilo). Vanos más generales están representados por balcón, claro, hipotiro, lumbre, lumbrera, luz. Respecto a las puertas, son más abundantes en el manuscrito de Martínez de Aranda que en el de Vandelvira, pues menciona puerta, así como sus partes: batidero, batiente, dintel, quicial, quicialera o quicio.
La descripción de arcos, bóvedas y escaleras es el tema central de los manuscritos de cantería, si bien estos temas también figuran en tratados de arquitectura. Respecto a los arcos, hemos encontrado denominaciones distintas para un mismo tipo de arco, lo que explica la abundancia de compuestos sintagmáticos sinónimos. Por ejemplo, el arco de medio punto es el arco a medio punto en el manuscrito de Alonso de Vandelvira, arco semicírculo en el de Ginés Martínez de Aranda y arco entero o arco recto en la traducción de los libros de arquitectura de Alberti de Francisco Lozano. Otras designaciones son exclusivas de algunos tratadistas: en la versión de los libros de arquitectura de Alberti figuran arco compuesto (o arco angular) y arco disminuido. Exclusivos de Vandelvira o Martínez de Aranda son arco abocinado (arco embocinado, en la Teórica y Práctica de la fortificación de Cristóbal de Rojas), arco apuntado, arco avanzado, arco capialzado, arco carpanel, arco escarzano (arco de tres puntos, según Cristóbal de Rojas), arco rampante. Más extrañas son estas designaciones de Vandelvira (arco exento, arco mayor, arco menor, arco painel) y Martínez de Aranda (arco encogido, arco extendido). Además de estos compuestos sintagmáticos encontramos otras voces que denotan arcos, como arbotante, decenda de cava, rebotante o bien las que designan parte de los mismos (intermedio, nacimiento o testa) o bien el conjunto de ellos (arcada).
En cuanto a las bóvedas, son más protagonistas en los manuscritos de cantería que en los tratados de arquitectura. Hemos registrado varios sinónimos para referirse a bóveda, como cámara, capilla, camaramiento, concamaración, embovedamiento, que suelen figurar en las traducciones de Vitruvio y Alberti, y por lo general no han perdurado en nuestra lengua. La bóveda más difundida en los textos es la media naranja (denominada bóveda esférica recta por Francisco Lozano, mientras que para Miguel de Urrea es hemisferio, para Alonso de Vandelvira es capilla redonda y esfera recta y para Ginés Martínez de Aranda, vuelta de horno y vuelta redonda). Muy interesantes son las denominaciones empleadas por Francisco Lozano, quien menciona bóveda cámara y bóveda fórnice (es decir, la bóveda de arista y de cañón, modelos que no figuran en otros textos). Otras voces denotan partes de las bóvedas, ya sean el espacio en que se construyen, su superficie o la curva de su superficie inferior (área, caja, casco, vuelta); arranques, arcos y nervios de algunas bóvedas son denominados como crucería, crucero, cruceta, formalete, jarja, jarjamento, pechina, tercelete. Además, figuran también algunos verbos dentro de este grupo, como embovedar, volver bóveda.
Los términos relacionados con la columna son más propios de los tratados de arquitectura que de los manuscritos de cantería. Tipos de columnas son columna ática (o columna cuadrada), columna corintia (o columna coríntica), columna dórica (o columna macho), columna jónica, columna toscana (o columna hembra, columna toscánica). Otras variantes de columnas, contrafuertes o estribos son anta, antecolumna, antis, columna angular, columna suelta, columna tuerta, columnación, columnado, contrafuerte, estribo, pilar, pilastra, pilastro, pilastrón, etc. El espacio entre las columnas es designado por intercolumnio (o entrecolumnio). En cuanto a las partes del entablamento encontramos arquitrabe, friso y cornisa (designados también como corona, epistilio, faja real o zóforo). Otras partes de la columna son basa, bocel, capitel, dentellón, estría, fuste, latastro, modillón, pedestal, plinto, tolo, etc.
Respecto a las escaleras, mencionadas tanto por Vandelvira como por Martínez de Aranda, encontramos tanto escala o escalera, para referirse a las de forma recta, como caracol, de forma espiral. Estas últimas son de varios tipos: caracol de emperadores, caracol de husillo, caracol de Mallorca, caracol de ojo, caracol en vuelta, caracol exento, vía de San Gil.Las partes de las escaleras figuran como caja (o claro), descansadero (o descanso), escalón (o grada, grado, paso), huello, macho (o pilar), mesa, ojo, pasamano, sustentáculo (o escapo).

4. 2. Cantería

Bajo el epígrafe técnica únicamente hemos encontrado cantería, puesto que no figuran sinónimos en otros textos. Respecto a los oficios y profesiones, incluimos cantero, que en los manuscritos de cantería hace referencia únicamente al encargado de labrar la piedra. Un tipo de profesional de nivel inferior es denotado también por cantero (o pedrero, piedrapiquero, piquero), si bien su labor era únicamente extraer las piedras de la cantera. Estos obreros no eran los lectores de los manuscritos de cantería, de ahí que ni Vandelvira ni Martínez de Aranda mencionen cantero con este sentido. También hemos encontrado en otros textos asentador (designación del oficial encargado de asentar las piedras en las obras). En cuanto a las herramientas e instrumentos, las más destacadas son baivel y saltarregla, que fuera de los manuscritos de cantería tienen otras designaciones: escuadría de canteros o escuadra zopa. En cuanto a las plantillas que delimitaban los contornos de la piedra, son denotadas por voces como cercha, contramolde, planta, planta por cara, planta por lecho, plantilla.
Hemos creado otras agrupaciones en las que clasificar otras voces relativas a la labor de canteros, como son lugares de extracción (sitios de donde se saca la piedra), dovelas y sillares (denominaciones de las piedras en forma de cuña y de paralelepípedo rectángulo, así como de sus partes), unidades de medida (mediciones que el cantero debía conocer para efectuar cálculos) y acciones y operaciones (como corte y labra de la piedra, esto es, la división de la piedra en partes para, posteriormente, darle forma, así como colocación de la piedra, es decir, su ajuste en diferentes elementos arquitectónicos).
En cuanto a las voces referidas a lugares de extracción, hemos registrado cantera, cantería, pedrera. Las voces que denotan dovelas y sillares, así como sus partes, figuran tanto en los manuscritos de cantería como en las otras dos obras más útiles para completar el léxico de cantería, como son el tratado de Alberti, en su traducción de Francisco Lozano, o el manual de fortificación de Cristóbal de Rojas. Así, hemos registrado la piedra labrada en forma de cuña, dovela, designación preferida por Alonso de Vandelvira; su sinónimo bolsor, en cambio, tiene más difusión, puesto que lo emplea también Francisco Lozano -quien también menciona cúneo y cuño- y es la designación favorita de Ginés Martínez de Aranda. Las diversas partes de la dovela, interior o cóncava y exterior o convexa, son designadas por mocheta y trasdosa, voces exclusivas del Libro de traças de cortes de piedras. En lo que respecta a la piedra labrada en forma de paralelepípedo rectángulo es denotada por sillar, mientras que cada una de las seis caras del sillar labrado lo es por paramento, la cara inferior, por su parte, es paramento bajo. Otras voces relacionadas son cara, junta, lecho, sobrelecho testa.
Ginés Martínez de Aranda menciona algunas unidades de medida, que no son señaladas en el manuscrito de Alonso de Vandelvira: cuarta, pie, tercia, vara de medir. En el grupo de acciones y operaciones figuran algunos verbos y adjetivos, que no son tan abundantes en la arquitectura o geometría, por ejemplo: adulcido, adulcir, endulcido, indulcido, indulcir (rebajar); despezar, despiezo (separar la piedra en partes); despojado, despojo (marcar trazos en la piedra); revirado, reviramiento, revirar (desviar la piedra); robar, robo, por robos (quitar material de un bloque de piedra para darle otra forma). Otros verbos de usos similares son aplomar, asentar, cerrar, galgar, restribar.

4. 3. Geometría

No hemos encontrado ningún sinónimo para geometría, labor realizada por el geómetra (también designado geométrico o geómetro), vocablos que menciona Alonso de Vandelvira en el inicio de su Libro de traças de cortes de piedras, para diferenciar las voces que se emplean entre canteros respecto de las propios de los geómetras. Esos profesionales empleaban herramientas e instrumentos como compás, escuadra o pitipié, que también eran utilizadas por arquitectos o por canteros.
Otros grupos de voces se centran en líneas(sucesiones continuas de puntos), ángulos(figuras geométricas formadas por dos líneas o por dos superficies) y figuras(líneas que representan objetos). Las denominaciones de línea (conocida como trazo por los canteros, según la explicación de Vandelvira) difieren en los tratados consultados, ya sean textos centrados en la geometría, arquitectura o cantería. Por dar sólo una muestra: línea curva (o cercha, según Alonso de Vandelvira; línea flechada, para Francisco Lozano), línea diagonal (o línea diagonia), línea espiral (línea helíaca, según Diego de Sagredo), línea horizontal (o línea a nivel, línea plana), línea paralela (o línea a trainel), línea perpendicular (o línea a plomo, línea ortogonal, línea vertical (o plomo, en los manuscritos de cantería).
Los diferentes tipos de ángulos son ángulo agudo (o saltarregla cerrada, en la jerga de canteros de Alonso de Vandelvira), ángulo exterior, ángulo interior, ángulo obtuso (o saltarregla abierta, denominación exclusiva de canteros), ángulo recto (o ángulo ortogonal, escuadría).
Por su parte, las designaciones de figuras geométricas figuran en el manuscrito de cantería de Alonso de Vandelvira y en los tratados de geometría, no así en el manuscrito de Ginés Martínez de Aranda ni en los textos centrados en la arquitectura. (salvo en el de Diego de Sagredo y en el primer libro de la Varia Conmensuración de Juan de Arfe y Villafañe). Junto a figura encontramos el polígono de tres lados, triángulo, quetiene otras denominaciones, según las diferencias de sus lados y ángulos: triángulo acutángulo (o triángulo oxigonio), triángulo equilátero, triángulo escaleno, triángulo isósceles (o triángulo equicrurio), triángulo obtusángulo (o triángulo ambligonio), triángulo rectángulo (o triángulo ortogonio). Las figuras de cuatro lados son, por ejemplo, cuadrado (o cuadro), cuadrángulo, cuadrilátero, paralelogramo (o cuadrado perlongado, cuadrado prolongado para Vandelvira), rombo, romboide, trapecio (o cuadrángulo desigual, según el ubetense). Las designaciones de los polígonos de cinco, seis, siete y ocho ángulos y lados son pentágono, hexágono, heptágono y octógono, los cuales tienen en la jerga de canteros denominación propia: cincoavo, seisavo, sieteavo y ochavo. En cuanto a figuras circulares hemos registrado círculo, hemiciclo, porción mayor, porción menor, semicírculo (o medio círculo).


5. Fuentes del corpus

5. 1. Tratados de cortes de cantería

Martínez de Aranda, Ginés (c. 1599): Zerramientos i trazas de montea, mss.
Vandelvira, Alonso de (c. 1591): Libro de traças de cortes de piedras, mss.

5. 2. Tratados de otras áreas temáticas

Alberto, León Baptista (1582): Los diez libros de Architectura, Madrid: Alonso Gómez, trad. Francisco Loçano.
Arfe y Villafañe, Juan de (1585-1587): De Varia Commensuración para la Esculptura y Architectura, Sevilla: Andrea Pescioni y Juan de León.
Rojas, Christóval de (1598): Teórica y práctica de fortificación, Madrid: Luis Sánchez.
Sagredo, Diego de (1526): Medidas del Romano, Toledo: Remon de Petras.
Vignola, Jacome de (1593): Regla de las cinco órdenes de Architectura, Madrid: en casa del autor, trad. Patritio Caxesi.
Vitruvio Pollión, Marco (1582): De Architectura, Alcalá de Henares: Juan Gracián, trad. Miguel de Urrea.


1 Publicado en la siguiente edición facsímil: Geneviève Barbé-Coquelin de Lisle, Tratado de arquitectura de Alonso de Vandelvira, Albacete, Caja de Ahorros Provincial de Albacete, 1977. Para nuestro estudio hemos consultado la copia depositada en la Biblioteca de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid, signatura R 10).

2 Existe una edición facsímil publicada en el año 1986: Xinés Martínez de Aranda, Zerramientos i trazas de montea, Madrid, Servicio Histórico Militar-Comisión de Estudios Históricos de Obras Públicas y Urbanismo. La única copia conservada se encuentra en la Biblioteca Central Militar del Instituto de Historia y Cultura Militar de Madrid, signatura Ing. 6-12-14.

3 Hemos manejado el ejemplar custodiado en la Biblioteca General de la Universidad de Salamanca (signatura 36176).

4 La copia consultada se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid (signatura R/25087).

5 El ejemplar tenido en cuenta procede de la Biblioteca General de la Universidad de Salamanca (signatura 41401).

6 La copia consultada se encuentra depositada en la Biblioteca General de la Universidad de Salamanca (signatura 37577).

7 Hemos acudido a la copia procedente de la Biblioteca Nacional de Madrid (signatura ER/2534).

8 El ejemplar descrito se encuentra depositado en la Biblioteca Nacional de Madrid (signatura R/5241).