Diccionario de la Ciencia y de la Técnica del Renacimiento

Acosta, Joseph de, Historia natural y moral de las Indias. Libro IV, Sevilla, Juan de León, 1590


Datos biográficos
(Medina del Campo, Valladolid, ca. 1540 – Salamanca, 1600).

acido poco después de la conquista de Perú, se sintió atraído desde joven por el Nuevo Mundo. Tras recibir una cuidada educación con los jesuitas, el joven sacerdote y profesor pidió ir a las Indias como misionero. Una vez conseguido el permiso, embarcó en Sanlúcar de Barrameda, el 8 de junio de 1571, en dirección a las Antillas, llegando a su destino, Lima, en abril de 1572. Sus ocupaciones más importantes fueron, por supuesto, las religiosas, y en ellas jugó un importante papel como cabeza de los jesuitas en el virreinato. Su labor le obligó a realizar diversos viajes por el mismo entre 1573 y 1578, visitando diversas ciudades, tales como Arequipa, Cuzco, Chuquisaca, Juli, La Paz y Potosí. Ya en 1580, quiso regresar a España, seguramente por razones de salud, pero no partió hasta mayo o junio de 1586, yendo primero a México para embarcar en marzo de 1587 hacia la península, adonde llegó en septiembre. Dedicó el resto de su vida a la labor religiosa y a escribir.

Desde el punto de vista de la ciencia, la obra más importante de Acosta fue su Historia natural y moral de las Indias (Sevilla, Juan de León, 1590. En 1604 ya había sido traducida al italiano, alemán, francés, holandés, latín e inglés. Los dos primeros capítulos fueron escritos originalmente en latín como prólogo a otra obra, Da natura novi orbis... y traducidos después al castellano por el propio Acosta), escrita en parte mientras estaba en Perú y en parte tras su regreso a España. Consta de siete libros, de los cuales los tres últimos están dedicados a la «historia moral» de los indios del Perú y México, y los cuatro primeros a la historia natural, que es la que particularmente nos interesa aquí. Acosta tenía sólidos conocimientos de filosofía, incluyendo la doctrina de Aristóteles, y había estudiado a fondo a Plinio. No podía, pues, dejar de sentirse impresionado por la existencia de un Nuevo Mundo desconocido e insospechado por los antiguos, y que era contradictorio con sus sistemas filosóficos. Así, en los dos primeros libros discutió la forma de la tierra y del cielo y cómo podría ser que en contra de las opiniones de los filósofos, existiera un Nuevo Mundo habitable y habitado. En el libro siguiente consideró con todo cuidado los elementos aire, tierra y agua, examinando los vientos, las tierras, los mares, ríos y lagos del Nuevo Mundo. En el libro IV trató de los compuestos y mezclas, es decir, de los minerales, plantas y animales, volviendo a un tema que ya había tratado en el Libro I: el origen de los animales del Nuevo Mundo.

Aunque no fue un descubridor, Acosta fue uno de los primeros en resumir correctamente los fenómenos geográficos del Nuevo Mundo, presentando de él lo que Alexander von Humboldt llamaría más tarde una magistral descripción. Los antiguos habían sostenido que la Zona Tórrida no era habitable, por ser demasiado caliente y seca. Para demostrar la falsedad de estas nociones, en relación con el Nuevo Mundo, Acosta probó que las teorías del clima propuestas por los antiguos no podía sostenerse. En general, había más lluvia y menos calor de lo que se esperaba, así como una gran diversidad de condiciones climáticas en relación con la situación y la altitud. Los vientos, creyó, eran la causa principal de las condiciones atmosféricas templadas. Como parte de su descripción del Nuevo Mundo, incluyó una historia muy detallada de las actividades mineras de los españoles en Perú, especialmente las dedicadas a la plata y el mercurio.

Se refirió a un buen número de plantas útiles, pero no intentó describirlas desde el punto de vista botánico, ya que carecía de una preparación específica. De la misma manera, mencionó muchos animales sin dar una descripción detallada de ellos. Sin embargo, hizo tantas referencias a animales de ambos mundos, que de su obra se pudo sacar un esquema preliminar de las pautas de distribución en aquel tiempo.

Aparte del valor general del material descriptivo, las principales contribuciones científicas de Acosta pueden ser divididas en dos categorías: sus intentos de explicación de varios fenómenos físicos del Nuevo Mundo y sus especulaciones biogeográficas sobre el origen de los hombres y animales del Nuevo Mundo. Acosta no fue un cronista, sino un filósofo que se sintió incitado a reconciliar los hechos físicos del Nuevo Mundo, a menudo sorprendentes, con la filosofía natural de Aristóteles, el cual continuaba siendo en la época una importante autoridad en esta materia. A veces, tuvo que disentir de Aristóteles y también de otras autoridades, pero sólo lo hizo frente a una evidencia indiscutible. Sus explicaciones fueron, en general, aristotélicas, incluso cuando estuvo en desacuerdo con el filósofo griego o discutió temas que no habían sido tocados por él; explicaciones más modernas tardarían cien años o más en formularse y estarían fuera del alcance de Acosta.

Para demostrar que el cielo era redondo y giraba alrededor de la Tierra, se fijó en la nebulosa oscura visible en la Vía Láctea del Sur, la cual se movía con las estrellas sin cambiar de forma. Para explicar los vientos alisios recurrió al famoso cometa de 1577, el cual, pensó, probaba que aunque la tierra estaba fija, los elementos fuego y aire (es decir, el viento), seguían el movimiento de los cielos alrededor de la tierra. Se preguntó acerca de si las mareas en el estrecho de Magallanes eran simultáneas en ambos océanos o si, por el contrario, cuando crecen en uno de ellos decrecen en el otro. Fue uno de los primeros en explicar la pérdida de un día cuando se circundaba la Tierra desde el Este hasta el Oeste, y la ganancia cuando el viaje se hacía al revés, aunque en su modelo era la Tierra la que estaba fija y el Sol quien se movía.

Cuestión mucho más fundamental fue, sin duda, el problema religioso surgido por la presencia de hombres y animales en el Nuevo Mundo. Tanto los hombres como las bestias debían haber llegado desde el Viejo Mundo, de acuerdo con las historias bíblicas de Adán y del Arca de Noé. Los hombres, dijo Acosta, pudieron haber venido por mar, intencionada o accidentalmente, o por tierra. Rechazó la llegada por mar, por ser poco probable y difícil, y concluyó que el camino debía haber sido por tierra en algún punto donde el Nuevo y el Viejo Mundo estuvieran muy próximos, seguramente en algún lugar del Norte. Los animales debieron haber pasado también caminando, pues los peligrosos, en particular, no pudieron nunca ser transportados por mar. Los animales del Nuevo Mundo distintos a los del Viejo permanecieron, sin embargo, como un rompecabezas que nunca resolvió satisfactoriamente. No tuvo necesidad de explicar la presencia de as plantas porque, caso distinto de los animales, no habían sido salvadas en el Arca. (En J. M.ª López Piñero et alii, Diccionario histórico de la ciencia moderna en España, Barcelona, Ediciones 62, 1983, s. v. Acosta, José de).

Ejemplares y otras ediciones

Sevilla, Juan de León, 1590: Logroño, Biblioteca Pública del Estado, FAN/5182; Lugo, Biblioteca Provincial; Madrid, Archivo Histórico Nacional, 1792; Madrid, Biblioteca Nacional, R/3073; Madrid, Instituto de Cooperación Iberoamericana de la Agencia Española de Cooperación Internacional, 3Gr-7840; Madrid, Palacio Real; Madrid, Real Academia de la Historia, 16-7-8/6743; Santiago de Compostela, Biblioteca Pública del Estado; Santiago de Compostela, Biblioteca Universitaria; Toledo, Biblioteca Pública del Estado; Valencia, Biblioteca Universitaria, Z-5/129, Z-6/112, Z-13/249; Zaragoza, Biblioteca Universitaria, H-8-62.

Sólo recogemos los datos bibliográficos referidos a la edición seguida (N. del Coord.).

Ediciones modernas

José de Acosta, Historia natural y moral de las Indias, México, Fondo de Cultura Económica, 1940.

José de Acosta, Historia natural y moral de las Indias, Madrid, Atlas, 1954.

José de Acosta, Historia natural y moral de las Indias, Valencia, Valencia Cultural, 1977.

José de Acosta, Historia natural y moral de las Indias, Sevilla, Hispano Americana, 1987 (edición facsímil).

José de Acosta, Historia natural y moral de las Indias, Madrid, Historia 16, 1987.

José de Acosta, Historia natural y moral de las Indias, Valencia, Universidad de Valencia, 1988 (edición en microficha).

José de Acosta, Historia natural y moral de las Indias, Madrid, Agencia Española de Cooperación Internacional. Ediciones de Cultura Hispánica, 1998.

José de Acosta, Historia natural y moral de las Indias, Valencia, Universidad de Valencia, 2000 (edición en microficha).

José de Acosta, Historia natural y moral de las Indias, Las Rozas, Dastin, 2002-03.


Manuscrito Consultable de Acosta, Joseph en la Biblioteca Digital Hispánica


CILUS: Fichero Transcrito de Acosta, Joseph