Diccionario de la Ciencia y de la Técnica del Renacimiento

Llanos, García de, Diccionario y maneras de hablar que usan en las minas, mss. ca. 1609-11


Datos biográficos

pesar de que en el texto manuscrito que nos ocupa no se identifica a quien lo produjo, podemos deducir que su autor fue García de Llanos, al ir, en cambio, firmada por él la Relación del Cerro de Potosí, el estado que tiene y desórdenes de él, cuya caligrafía es idéntica a la del Diccionario. El hecho de que una misma persona copiara los dos textos puede ser descartado, ya que las coincidencias tanto conceptuales como literales que presentan ambos son significativas.

En cuanto a la vida de este minero, son pocos los datos que tenemos. Según testimonio de 1604 del alcalde mayor de minas de Potosí, García de Llanos fue nombrado por él veedor del cerro y minas de la Villa Imperial de Potosí, ciudad en la que residiría al menos desde 1598, si bien en el censo de vecinos y moradores de dicha villa de 1599 no aparece su nombre, tal vez por encontrarse fuera casualmente; en caso contrario, habría que acortar su estancia en la zona. En todo caso, el hecho de que fue minero y que «de ordinario» residía en «la labor y beneficio» es un antecedente que abona su buen conocimiento de las particularidades de la materia sobre la cual iba a producir más tarde estudios sustanciales.

Su permanencia en el oficio de veedor fue de cuatro años, puesto del que quizás se retiró como protesta, junto a los otros tres veedores que lo acompañaban, debido al nombramiento, por influencia de las autoridades, de un antiguo veedor destituido por diversos delitos, pese a ser mucho más capaces que el nuevo veedor recién nombrado.

La escasa información autobiográfica que García de Llanos ofrece en la Relación se limita prácticamente al tiempo en que fue minero y veedor en Potosí: seis y cuatro años, respectivamente. Se describe a sí mismo como un hombre cabal. La información autobiográfica indirecta es aún más escasa, pero nos permite colegir que García de Llanos era español y, más concretamente, castellano.

La Relación incluye numerosas citas latinas bíblicas y de autores clásicos, por lo que podríamos pensar que, o bien había cursado estudios universitarios, o era un consumado autodidacta. Salta a la vista la paradoja de su calidad como minero y veedor —modestísima en la consideración social de la época— contrapuesta a su calidad de productor —con gran autoridad— de cuatro escritos de primera calidad e importancia sobre la materia de minas en el área de Charcas.

Según esto, no es sorprendente la suficiencia y seguridad con que critica la legislación minera de la época, especialmente la del virrey don Francisco de Toledo, que queda malparado (junto a sus asesores, y entre ellos el orgulloso oidor de Charcas Juan de Matienzo) en su condición de «supremo organizador del Perú», en manos de un modesto pero muy capaz veedor del Cerro de Potosí.

En vista de lo que cuenta en su obra, no puede extrañar que García de Llanos se considere, además, historiador, cuando, a propósito del relato que él hace de un caso muy memorable de corrupción oficial en Potosí y La Plata, encarece: «y aun es poco y nada para lo que a cada paso se dice y se pudiera decir a no ser esta materia tan diferente y no haber otros muchos mejores historiadores de ella que yo en este reino y en España, que por ser tantos no se nombra alguno».

Probablemente fue también autor de una relación aún no localizada sobre Oruro, mineral que llegó a rivalizar con Potosí. Participó aquí en la última visita de don Diego de Portugal, futuro presidente de la Audiencia de Charcas, posiblemente en calidad de asesor técnico. A sus aptitudes de hombre versado en las particularidades no sólo técnicas, sino legales y morales de la minería en Potosí, y a su calidad de hombre íntegro, podemos añadir una agria posición crítica frente a la corrupción oficial y los agravios que los indios recibían.

Lo que positiva o presuntivamente se sabe de la actividad de García de Llanos cubre el productivo lapso 1598-1610: minero en el Cerro de Potosí (1599-1604); autor de la Relación de Oruro (1608), del Cuaderno de venta de indios (1609?), de la Relación del Cerro de Potosí (1610) y del diccionario minero (1610-1611).

Queda en blanco el lapso anterior a 1599, esto es, su nacimiento y llegada a América. El dato del nacimiento sería de especial importancia para saber la edad que tenía al comenzar su carrera de experto en minas en Potosí. Si se acepta que al ser designado veedor en 1604 era «ágil y de edad cual conviene para asistir en el Cerro, entrar y salir en las minas, ver y visitar las labores», debía de ser entonces tan joven como para cumplir esas faenas físicamente arduas. Por otra parte, cuando escribió su Relación no debía de ser tan joven como para no haber acumulado ya una vasta experiencia, versación y meditación, como resultado de aquellas otras faenas físicas. Asimismo, queda en blanco el lapso posterior a 1610, hasta su muerte. Podría ser que García de Llanos hubiese recibido del Marqués de Montesclaros algún destino en el poderoso mineral de azogue o mercurio de Huancavelica.

El Diccionario de Llanos sería un subproducto de su Relación, para la cual tuvo que hacer un gran esfuerzo, ya que físicamente ambas obras acumulan un total de 300 páginas de caligrafía apretada, equivalentes a un volumen de 500 a 600 páginas impresas en formato de 15x22 cm.

En su calidad de consultor y asesor del marqués sobre el trabajo minero de Potosí, García de Llanos no debió de tardar mucho en tratar de poner en práctica la Relación (y acaso también el Diccionario), ahora con la ayuda decisiva del propio marqués. La función básica de la Relación fue entonces servir de fuente de consulta sobre problemas del trabajo minero en Potosí, y de la mano de obra en particular, y su función básica sigue y seguirá siendo la misma. Las dificultades prácticas del trabajo minero por el uso de tecnicismos, tanto en español como en los idiomas indígenas, debieron de hacer pensar a Llanos en la necesidad de un glosario, cuya producción, a partir desde Potosí, debió de ir acrecentando sus proporciones como clave terminológica —y más aún en Lima, para facilitar la consulta de la Relación— hasta constituir finalmente el diccionario minero.

En cuanto a las fuentes con las que cuenta Llanos para la compilación de este Diccionario, debemos considerar que el acopio de información terminológica tuvo que comenzar en Potosí paralelamente a su trabajo de minero y veedor, porque la terminología le era indispensable cada día.

Siendo tan abundante la contribución indígena (aymara y quechua) en la terminología minera andina del coloniaje, el trabajo minero diario estaba atestado de problemas emergentes de esta situación, y Llanos, al igual que cualesquiera otros mineros y veedores del Cerro, tuvo que sentir agudamente este problema. Una presunción idónea puede incluir aún la posibilidad de que Llanos fuese tomando anotaciones, y que éstas llegasen a constituir un glosario. La recopilación pudo continuar en Oruro, y desde luego en Lima, cuando Llanos se consagró a la producción formal, no sólo del Diccionario, sino también de la Relación.

En este entendido, el repertorio de fuentes de información tuvo que incluir tanto fuentes orales (otros mineros, veedores y beneficiadores experimentados a quienes Llanos debió forzosamente de conocer; para la terminología indígena, los trabajadores calificados, los indios ladinos, los indios pongos y los intérpretes) como escritas, ya fueran publicadas (diccionarios y glosarios de los que no tenemos noticias; diccionarios generales en español o en lenguas indígenas con material terminológico minero no exclusivo, pero aprovechable, y otras fuentes publicadas, como crónicas históricas, relaciones, administrativas, etc.) o inéditas, en las mismas categorías que las publicadas. (En L. Gunnar Mendoza, “Terminología y tecnología minera en el área andina de Charcas: García de Llanos, un precursor”, en R. Molina Barrios (ed.), García de Llanos, Diccionario y maneras de hablar que se usan en las minas, La Paz, Musef, 1983, pp. VII-LXXI).

Ejemplares y otras ediciones

mss. ca. 1609-11: Transcripción realizada a partir de la edición del manuscrito publicada en La Paz, Musef, 1983.

Ediciones modernas

García de Llanos, Diccionario y maneras de hablar que se usan en las minas, La Paz, Musef, 1983, ed. de R. Molina Barrios.


CILUS: Fichero Transcrito de Llanos, García